Berlín: de símbolo de la Guerra Fría a urbe cosmopolita
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Berlín - Representación de Angela Merkel y de un auto Trabant en un comercio de souvenirs. (Foto Pilar Valero)
por Pilar VALERO

Berlín, 26 de octubre de 2019 (LatinReporters.com) - Treinta años después de la caída del muro de Berlín, el 9 de noviembre de 1989, la capital alemana es una fantástica mezcla de historia y vanguardia. Símbolo de la Guerra Fría en el siglo XX es ahora una gran urbe cosmopolita que supo transformarse y en la que hay mucho por ver y por hacer.

Aunque carece de la belleza monumental de otras ciudades europeas como París o Roma, impresiona al visitante el dinamismo y modernidad que derrocha la inabarcable capital alemana, pero sobre todo que esta cargada de historia.

Berlín - Puerta de Brandeburgo (Foto Pilar Valero)
Reconstruida casi en su totalidad tras la Segunda Guerra Mundial y la dominación nazi, el recuerdo de su pasado turbulento está presente en toda la ciudad reconvertido en reclamo turístico y tal vez sirve además de aviso a las nuevas generaciones.

Destacan como símbolos de su cara más amarga la Puerta de Brandeburgo y el muro que desde 1961 a 1989 dividió el mundo capitalista y el comunista. El mayor tramo que se conserva, el East Side Gallery, es un museo al aire libre de grafitis pintados por más de un centenar de artistas de todo el mundo.

En el muro de Berlín, el famoso beso del ruso Brézhnev con el alemán del Este Honecker. (Foto Pilar Valero)
Allí se fotografían sonrientes los turistas frente al famoso mural que reproduce un beso de tornillo entre Brézhnev y Honecker, los líderes de la Unión Soviética (URSS) y de la República Democrática Alemana (RDA) en 1979, o el de un Trabant (el auto más popular en el bloque del Este) atravesando el muro.

Muy cerca salen cruceros en los que se puede contemplar desde las aguas del río Spree la catedral, el Parlamento o la Isla de los Museos, declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco por la riqueza cultural de sus cinco museos.

Berlín - El río Spree (Foto Pilar Valero)
El que fue el más famoso paso fronterizo entre las dos Alemanias, el Checkpoint Charlie, también es una parada turística y obviando las tiendas de souvenirs y el McDonald’s que ahora le franquean, estremece imaginar el férreo control policial que sufrieron los berlineses.

Cartel callejero del Checkpoint Charlie del Berlín de la Guerra Fría...
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...y el Checkpoint Charlie convertido hoy en atracción turística. (Foto Pilar Valero)
Pero el centro neurálgico de Berlín es ahora la vitalista Alexanderplatz, con su célebre torre de televisión construida por la RDA y el reloj mundial que marca la hora de las principales ciudades del planeta. Rodeada de restaurantes, centros comerciales y tiendas de todo tipo es un tradicional y animado punto de encuentro.

Y un recorrido por el principal bulevar de la ciudad, la elegante avenida Unter den Linden (bajo los tilos, en alemán), permite admirar algunos de los edificios más representativos, como la Ópera de Berlín, la Universidad Humboldt o la catedral católica de Santa Eduvigis.

Berlín - Torre de televisión y reloj mundial en Alexanderplatz. (Foto Pilar Valero)
En contraste, la también inmensa avenida Karl Marx con sus edificios restaurados es todo un museo al aire libre de la arquitectura socialista e impresiona saber que fue el principal escenario de los desfiles militares de la extinta RDA.

Pero superada esa amarga herencia de dos guerras mundiales, Berlín respira dinamismo y vanguardia en toda clase de manifestaciones, arquitectura, arte, cultura, locales originales y para todos los gustos o gastronomía.

Terraza de un restaurante de Berlín. (Foto Pilar Valero)
Para reponer energías, numerosos cafés y restaurantes parecen desafiar el cambiante clima de Berlín con terrazas al aire libre donde no suele faltar la tradicional salchicha con tomate y curry, el codillo o el escalope, acompañado de gran variedad de cervezas locales o el delicioso vino Riesling.

Se disfruta un paseo por el pulmón verde de Berlín, el gran parque Tiergarten, y por el reconstruido y pintoresco barrio antiguo de Nikolai, de callejuelas con coquetos restaurantes y comercios de productos típicos, como el dedicado a los osos de peluche, un animal símbolo de Berlín.

El oso es el animal símbolo de Berlín. (Foto Pilar Valero)
Entre los numerosos locales de música y espectáculos, si se busca un estilo retro nada mejor que la inmersión en el pasado que ofrece el “Clärchens Ballhaus” (Salón de baile de Clarita), un club nocturno inaugurado en 1913 y que sobrevivió en el barrio judío a las dos guerras mundiales.

Reconstruido con su decoración original, el tiempo parece congelado mientras se come, baila o se mira a parejas que desde la veintena a los ochenta años se contonean sin complejos al ritmo de valses, tangos, cha-cha-chá, salsa o swing.

Palacio en Potsdam (Foto Pilar Valero)
Desde Berlín, una escapada muy bonita es a la aledaña ciudad de Potsdam para conocer los bellos palacios con jardines de la familia real prusiana.

Precisamente en las afueras está el famoso "puente de los espías" inmortalizado en la película de Steven Spielberg protagonizada por Tom Hanks, basada en una historia verídica de intercambio de espías de la Guerra Fría.

En Potsdam, el "puente de los espías" (Foto Pilar Valero)
Berlín tiene de todo y para todos. Multicultural y abierta, con 3,5 millones de habitantes y un 13 por ciento de extranjeros es además el motor político y económico de la Unión Europea.