Trabajar para seguir o volverse pobre...
España-elecciones: el crecimiento deshumanizado en debate
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Único debate preelectoral, el 13 de junio de 2016, entre los cuatro candidatos a la presidencia del gobierno español. De izda. a dcha.: Mariano Rajoy, Pedro Sánchez, Albert Rivera y Pablo Iglesias. (Captura de pantalla)

por Christian GALLOY
 

Madrid, 21 de junio 2016 (LatinReporters.com) – El crecimiento económico en 2015 en España (3,2%), en Polonia (3,6%), en Irlanda (6,8%) y en Portugal (1,2%) no ha impedido el castigo infringido recientemente por las urnas a los gobiernos de estos países. Porque el desmantelamiento social ha deshumanizado el crecimiento. El caso es flagrante en España, donde elecciones legislativas, las segundas en seis meses, se celebrarán el 26 de junio.

Durante la campaña para las legislativas del 20 de diciembre de 2015, la aparente salida de la crisis reflejada por las cifras macroeconómicas fue el mayor argumento del Partido Popular (PP, derecha) de Mariano Rajoy, en el poder desde diciembre de 2011.

Pero, aunque siguió como primera formación, el PP se desfondó y perdió su mayoría absoluta (28,7% de los votos y 123 elegidos frente al 44,6% y 186 en 2011). El Partido Socialista Obrero Español (PSOE, socialdemócrata) registró su mínimo histórico, en una caída acentuada por su sumisión, en mayo de 2010, a la austeridad dictada por la Unión Europea.

Cerca de 40 años de bipartidismo se interrumpieron entonces. Los partidos emergentes Podemos (izquierda indignada) y Ciudadanos (centroderecha) cubrían las brechas abiertas por el PP y el PSOE, pero estas cuatro formaciones no pudieron formar ninguna mayoría parlamentaria. De ahí las nuevas elecciones del 26 de junio.

El sondeo reciente más significativo, el del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), predice que sólo Podemos progresaría, al 25,6% de los votos y 88 a 92 de los 350 diputados, gracias a la alianza Unidos Podemos forjada con los ecolo-comunistas de Izquierda Unida.

La izquierda indignada, ya instalada en el Ayuntamiento de Madrid, de Barcelona y otras grandes ciudades, se apoderaría así de la supremacía de la izquierda en detrimento de los socialistas del PSOE y se convertiría en el principal adversario del PP.

Esta eventual revolución se inscribiría en el declive en Europa de la “vieja socialdemocracia” en beneficio de la “nueva” que pretende en adelante encarnar el secretario general de Podemos, Pablo Iglesias. Pero, vista la confirmada implantación del cuadripartidismo, no se ha disipado la incertidumbre en cuanto a la posibilidad de formar rápidamente gobierno tras las nuevas elecciones.

Desempleados delante de una oficina de empleo en Madrid. (Fuente muypymes.com)

“Las cifras, hay que hacerlas con los ciudadanos dentro”

A pesar de la lección del pasado diciembre, el PP gubernamental de Mariano Rajoy, sacudido por la corrupción, ha basado de nuevo su campaña electoral sobre el embellecimiento macroeconómico, amenazando además con el caos si es expulsado del gobierno.

En la noche del 13 de junio, durante el único debate pre-electoral con los otros tres candidatos a la presidencia del gobierno – Pablo Iglesias (Unidos Podemos), Pedro Sánchez (PSOE) y Albert Rivera (Ciudadanos) – Mariano Rajoy ha insistido en el recobrado crecimiento económico, el descenso del desempleo al 20,1% (después de un pico del 27,16% en 2013), la creación de un millón de empleos en el curso de los dos últimos años y la reducción del déficit público, del 9% al 5,1% del PIB en cuatro años.

“Las cifras, señor Rajoy, hay que hacerlas con los ciudadanos dentro”, replicó Pablo Iglesias denunciando, como el socialista Pedro Sánchez, la ilusión macroeconómica deshumanizada.

Incluso el servicio público español de empleo reconoce que el 90% de los contratos firmados cada mes desde el inicio del año son temporales. La duración media de los contratos ha pasado de 79 días en 2006 a 53,4 en 2015. La precariedad se convierte en la norma.


“Trabajadores tirados como servilletas de papel”

La economía española “cada vez más se sustenta en sectores con muy poco valor añadido”, con “un peso enorme del turismo y de otros tipos de servicios de bajo nivel tecnológico, comercio, telemárketing, etc”, explica el profesor de economía en la Universidad Autónoma de Madrid Marcel Jansen, citado por AFP.

En las empresas se ha instalado “una cultura de considerar a los trabajadores de usar y tirar, como servilletas de papel”, asevera este economista a pesar de ser liberal. “La rotación es descomunal” y “hay muchos contratos de menos de una semana y últimamente se habla de un boom de los contratos de solo un día”, subraya.

En estas condiciones y visto que el Instituto Nacional de Estadística (INE) no considera como desempleado la persona que trabaja “al menos una hora” por semana, se puede dudar de la naturaleza real de la reducción del paro.

Con mayor razón que, de otra parte, 1.018.090 extranjeros y 306.660 españoles que no encontraron empleo han abandonado el país a lo largo del último lustro, según las cifras del mismo INE.

“La precariedad no solo es un tema de la hostelería, la limpieza o el telemárketing, afecta por ejemplo a la sanidad pública” con contratos a médicos para “cubrir bajas, el fin de semana, etc”, deplora Manuel Lago, economista de Comisiones Obreras, uno de los principales sindicatos del país.

Durante los últimos diez años, “se han firmado casi 161 millones de contratos de trabajo para un país en que la fuerza de trabajo está en 14,5 millones de asalariados de media”, afirma. Eso quiere decir que “el nivel de rotación laboral es enorme” y “las personas no paran de entrar y salir, en la misma empresa, o de cambiar de puestos, de actividad, de sector, a un ritmo frenético”, señala.

La muy controvertida reforma laboral instaurada en 2012 por el gobierno de Mariano Rajoy prevé, entre otras medidas, para las empresas de menos de 50 asalariados, un contrato de duración indeterminada con un “período de prueba de un año”, al término del cual el empleador puede despedir sin explicación ni indemnización.

La pobreza amenaza al 28,6% de la población y golpea al 22,2% de los trabajadores

La reforma laboral francesa (“Loi travail”) que hoy agita el Hexágono se inspira en la española. Si Francia la instaurase realmente, toda Europa debería probablemente devaluar todavía más a sus asalariados para resistir a la competencia hacia la baja de París y Madrid.

La renta está en efecto también en el corazón del debate. “Existe [en España] un aumento neto de los trabajadores pobres que ganan menos de 690 euros” al mes, señala el economista Raymond Torres, consejero especial del director general de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).

Según la misma OIT, 22,2% de las personas que asumen un empleo remunerado en España son pobres. Así ahora, en un país donde la austeridad neoliberal amplía las desigualdades sociales, es posible trabajar para seguir siendo o incluso convertirse en pobre.

Y, trabajadores o no, 28,6% de los 46 millones de habitantes de España estaban el pasado año “en riesgo de pobreza y de exclusión social”, añade el INE. Entre los 4.791.400 desempleados que este instituto oficial censa todavía, apenas un 52,9% percibe un subsidio, según el sindicato CCOO. En 2011, cuando el PP y Mariano Rajoy llegaron al poder, la tasa de cobertura era del 71,4%.

Por tanto, España demuestra que crecimiento y progreso social no van ya de la mano en el paisaje diseñado por la globalización neoliberal, de la cual la Unión Europea actual es uno de los instrumentos.

Europa? Sí, pero no ésta.

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